Rosa Trujillo Bolaño

Psicóloga especialista en Psicología de la Salud.

ESCOLA RURAL DE SAUDE DA LIMIA

La vida humana es un misterio. Existe una unión indisoluble del cuerpo (la carne), nuestra mente (nuestra capacidad de sentir, razonar, pensar, nuestra conciencia), nuestro cerebro, y, el espíritu, el halito vital.

La alimentación en el útero de nuestra madre es nuestra primera relación afectiva y nutricional. Lo que ella sienta, lo que ella viva, lo que ella coma es a la vez nuestra primera nutrición afectiva y celular. La alimentación, así como las emociones pasan directamente por el cordón umbilical. Nuestra madre nos transmite alimento, pero también emociones, lenguaje, cultura. El vínculo es tan estrecho, que en ocasiones no se puede separar.

Los hábitos alimenticios están arraigados y memorizados en una familia, en un idioma, en un espacio geográfico, territorial, espacial, en una cultura y en un momento histórico.

Lo que comemos afecta el cómo nos sentimos, y como nos sentimos afecta cuanto y qué comemos. Se dice que el intestino es nuestro segundo cerebro, y nuestra dieta puede condicionar nuestro estado anímico. Esta breve reflexión puede suscitar cuestionamientos, pero sin duda da qué pensar; está sujeta a la búsqueda de las investigaciones que son muchas, sin embargo, no es nuestro objetivo hacer un recuento de las existentes en el mundo científico de los psicólogos y los nutricionistas. Hemos explorado y revisado algunas de ellas,  destinadas a explorar la relación entre los alimentos, y los estados de placer o displacer, y cómo los estados anímicos estresantes, en muchas ocasiones convierten a las personas en comedores emocionales.

La llamada alimentación emocional refiere a ese vínculo, por ejemplo, aquellas personas que, por angustia, desesperación, depresión, ansiedad, u otras, acuden a la ingesta desmedida de alimentos o a su supresión. Se ha encontrado que las emociones pueden afectar nuestra digestión.

Las personas refieren que tienen un nudo en el estómago, o en la garganta, se tocan el esófago, y, dicen que no pueden tragar. Ocasionalmente pueden tener pesadillas, y un tejido de imágenes emocionales asociadas al hecho de comer. Cuando esto se repite se podría gestar un trastorno de la alimentación En estos casos las personas deben buscar ayuda médica y psicológica con rapidez, ya que los trastornos alimenticios pueden desembocar en enfermedades muy complicadas que hasta conducen a la muerte.

La búsqueda de conciencia sobre nuestros estados emocionales, y el aprendizaje de herramientas para gestionar nuestros estados emocionales, nos puede llevar a un mayor equilibrio y bienestar. Nuestro conocimiento de los alimentos, cómo combinarlos, y los efectos que causan nos pueden generar mayor felicidad.

Las personas obesas, suelen tener un vínculo más fuerte entre las emociones y los alimentos, en tanto lo que comemos afecta el cómo nos sentimos.

La dificultad en regular los estados anímicos que nos generan displacer tiene mucha influencia en la aparición y el mantenimiento de los trastornos de la conducta alimentaria.

Desde la Escola Rural de Saude da Limia ofrecemos alternativas sencillas que nos pueden ayudar a darnos cuenta del ¿por qué?, y, cómo mejorar el aprendizaje de herramientas sencillas como técnicas de respiración, conciencia del momento, meditación, técnicas de relajación. Existen aspectos asociados al pensamiento, y el lenguaje que nos permiten hacer una mayor conciencia de las motivaciones que están en nuestros actos, y detrás de ellos. Nos pueden arrojar claves para vivir una vida más saludable, y sentirnos mejor, o por lo menos, conscientes de nuestras decisiones, y las consecuencias que ellas traen o pueden traer en nuestra salud y las de los otros.

Es importante saber que no estamos solos; existen asociaciones y personas a las cuales podemos acudir si así lo decidimos, una palabra, un gesto, puede ser fundamental cuando nos encontramos desamparados y sin saber qué hacer.

R.M.T.B.