Hagan la siguiente prueba, pregunten a las mujeres embarazadas que tengan cerca qué es lo que desean para sus hijos. Me aventuro a predecir que en la mayoría de los casos responderán: “que sea feliz”. Casi seguro que ninguna responderá “que tenga una vida longeva”.

“¿Pero esto no era una web sobre la longevidad y su promoción?” Se estarán preguntando ahora mismo. No se adelanten, les traigo una buena nueva: si tienen una vida feliz, es más probable que tengan una vida longeva. Una revisión de cientos de estudios científicos llevada a cabo por el grupo de investigación Gallup de Princeton (EEUU) constata que los individuos que se reconocen felices viven más y con mejor salud.

Y en esto de la felicidad, además de la ciencia que nos muestra la dopamina y la serotonina, las filosofías que han ido brotando durante siglos, tienen mucho que aportarnos. La búsqueda de la longevidad ha intrigado a filósofos a lo largo del tiempo, quienes han sembrado las semillas de la sabiduría en su viaje hacia una vida plena y duradera. En este fascinante jardín de ideas, las perspectivas filosóficas florecen como hermosas flores, ofreciendo consejos atemporales para aquellos que buscan el secreto de una existencia prolongada y significativa. Aquí les presento algunas de ellas (hay muchísimas más) explicadas de manera superficial para que, si alguna fuera de su interés, pueda usted de manera autónoma acudir a las fuentes y ahondar en la profundidad de su pensamiento.

En el tranquilo rincón de Epicuro (siglo IV a.C.), aprendemos a bailar con la moderación. El placer, sostiene, se encuentra en la armonía y en la esencia de disfrutar de los placeres moderados. Una vida equilibrada, alejada de los extremos, se convierte en el terreno fértil para la longevidad. En este jardín, el deleite es una sinfonía, y la moderación, su director.

Un tiempo después, las ideas de Michel de Montaigne (siglo XVI), nos hablan de la alegría que se encuentra en el equilibrio. A través de la moderación y el entendimiento de uno mismo, el camino hacia una vida plena se despliega. En este rincón del jardín, la serenidad florece como un tesoro, iluminando el sendero hacia la longevidad.

Adrentándonos ya en la época contemporánea, en la sección más luminosa del jardín, las ideas de Viktor Frankl (siglo XX) resplandecen. La búsqueda de un sentido para nuestra vida, sugiere, es la fuerza impulsora detrás de una vida plena. Al abrazar un propósito significativo, se allana el camino hacia la longevidad emocional y espiritual.

También en el siglo XX, Bertrand Russell exploró la conexión entre la ocupación interesante, relaciones sociales saludables y una mente activa en su obra La conquista de la felicidad. Sus reflexiones contribuyen al debate sobre la calidad de vida y la búsqueda de una existencia plena, que puede estar ligada a la longevidad.

Simone de Beauvoir (siglo XX), filósofa existencialista y feminista, abogaba por la autenticidad y autonomía en la toma de decisiones, sugiriendo vivir el presente y mantener relaciones auténticas. La búsqueda de significado en la vida y la capacidad de adaptarse a los cambios eran aspectos centrales de su filosofía. Integrar estos principios en la vida cotidiana podría contribuir a una existencia más rica y, potencialmente, a una mayor longevidad.

En este jardín de sabiduría, los consejos filosóficos se convierten en las hojas que guían la trayectoria hacia la longevidad. Así que ya saben, si algún día van a alguna charla sobre la longevidad, después de escuchar a médicos y nutricionistas, les recomiendo que pregunten por algún filósofo. Así, además de una vida longeva, podrán aprender a realizar los deseos que tenían sus madres cuando aún estaban en su barriga: “que sea feliz”.

José Manuel Domínguez de la Fuente (@domindela)

27/01/2024